Lectura: 1 Corintios 2:1-5

Mientras observaba un documental, me resultó muy interesante escuchar sobre una organización que brinda servicios de asesoría a granjeros de países en vías de desarrollo; su propósito es brindarles métodos más eficaces para sembrar granos y otros cultivos.

Comentaron que, durante la experiencia han encontrado un obstáculo, a los agricultores les resulta difícil abandonar la antigua práctica agrícola de “talar y quemar”, aunque están conscientes de que destruye el terreno y contamina el ambiente.

Debido a ello, esta organización ha optado por usar otra estrategia, les brindan charlas, pero también desarrollan con ellos zonas experimentales, para que sean partícipes de nuevos métodos y vean que funcionan.  Uno de los especialistas dijo lo siguiente: “Es necesario que los agricultores vean que funciona y no solamente oír una predicación. Tampoco es suficiente describirlo. La gente necesita entenderlo y ponerlo en práctica”.

El apóstol Pablo también usó un enfoque muy similar para compartir el evangelio.  Les escribió a los creyentes de Corinto lo siguiente: “Ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que su fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:4-5). Más adelante en su carta, les recalcó lo siguiente: “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (4:20).

  1. Entonces recuerda siempre acompañar tus palabras con hechos.
  2. Deja que Dios te use como instrumento, para que otros vean en tu testimonio su indescriptible gracia y amor.

HG/MD

“Para que su fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:5).