Lectura: Salmos 142:1.7
En nuestra lectura devocional leímos algunas palabras muy fuertes: “Cuando mi espíritu está desmayado dentro de mí tú conoces mi senda…no hay quien me reconozca. No tengo refugio; no hay quien se preocupe por mi vida.” (Salmos 142:3-4).
Parte de nuestro ministerio también consiste en orar con las personas que nos escriben y cuentan sus historias, personas que sienten no tener salida, que están pasando por enfermedades y están luchando por encontrar la voluntad de Dios para sus vidas. Personas que nos cuentan las desgracias de sus familias, de hijos descarriados, esposos en las drogas, personas que sufren porque han cometido errores que les han costado sus trabajos, matrimonios, relaciones, personas que sufren injusticias en sus vidas.
En el Salmo 142, David estaba atrapado en una cueva orando a Dios para que lo librara de sus enemigos. A pesar que posiblemente nosotros jamás estaremos escondidos en una cueva huyendo de enemigos, sí podemos aprender principios aplicables para nuestro tiempo; el primero es la necesidad que tenemos de la oración, tal como lo dice el apóstol Pablo: “Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). Aunado a ello, en segundo término, también podemos estar seguros de que Dios siempre nos va a escuchar (v.1), Él conoce nuestra situación (v.3) y en verdad es nuestro refugio (v.5).
1. ¿Cuál es la situación por la cual estás sufriendo, o por la cuál estas preocupado? No importa cuál sea, debes clamar a Dios, confía en Él, espera Su ayuda y sobre todo nunca, pero nunca dejes de alabar el santo nombre de nuestro gran Dios (v.7).
2. Tus problemas nunca podrán agotar las provisiones de Dios..
HG/MD
“Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6)