Lectura: Colosenses 1:9-20

Hace varios años un grupo de misioneros cristianos se reunieron en Delhi, India, con representantes de muchas religiones para discutir sus creencias. En el curso de sus conversaciones, un miembro de una religión no cristiana importante, dijo a un misionero: «Dime una cosa que tu religión puede ofrecer a los indios, que la mía no puede.» El misionero pensó por un momento y respondió: “¡El perdón, el perdón!!

A diferencia de los seguidores de muchas de las religiones del mundo, los que hemos puesto nuestra esperanza en Cristo tenemos la plena seguridad de que nuestros pecados son perdonados.

El profesor bíblico británico David Pawson dijo: “He hablado con los musulmanes más devotos que rezan cinco veces al día, que han viajado a La Meca, han ayunado durante el Ramadán, y son más devotos que muchos cristianos.  Pero cuando les pregunto, “¿Sabes si tus pecados han sido perdonados?” Lo que han dicho es lo siguiente: ‘No lo sabemos. Sólo podemos esperar que lo mejor.’”

En Colosenses 1, Pablo nos dio la base sobre la que descansa el perdón: la redención que Cristo aseguró a través de Su muerte en la cruz.  Cristo no es simplemente el fundador de otra “religión” importante.  Él es la «imagen del Dios invisible» por quien fueron creadas todas las cosas (vv.15-16). El perdón que Él ofrece, por lo tanto, es una oferta que proviene de Dios mismo.

1. ¿Has aceptado el don del perdón? (Rom. 6:23). ¿Qué vecino, compañero de trabajo o miembro de tu familia tiene que saber de ti, acerca de la oferta del perdón de Dios, que te parece si compartes con él o ella, estas buenas noticias?

2. La búsqueda de perdón termina cuando encuentras Cristo.

NPD/DDH