Lectura: Isaías 55:1-7

Durante una larga escala en un aeropuerto, note que una tienda en la terminal principal atraía a más personas que ninguna otra. Durante horas, un torrente continuo de clientes se acercaba con dinero en la mano, hacía cola, compraba, y se iba rápidamente. Todos parecían saber exactamente lo que querían.

El floreciente negocio era una oficina de ventas de la lotería. Aun cuando la probabilidad de ganar el gran premio gordo era de 1 en 146 millones, las personas parecían verse obligadas a gastar algo y, casi en todos los casos, obtener nada. Parecía ser un cuadro vivido de nuestra perdurable búsqueda de satisfacción y seguridad en las cosas materiales.

Cuando Dios cuestionó a Su pueblo por medio del profeta Isaías, le preguntó por qué gastaba su dinero en cosas que ni lo alimentaban, ni lo satisfacían. El Señor invitó a aquellos que no contaban con recursos: “venid, comprad vino y leche sin dinero y sin costo alguno… y se deleitara vuestra alma en la abundancia. Inclinad vuestro oído y venid a mi” (Isaías 55:1-3).

Dios ofrece darnos lo que no podemos comprar: misericordia, perdón, y una vida cambiada infundida con Su presencia. Nos invita: “Buscad al Señor mientras puede ser hallado” (v.6).

Por la gracia de Dios, podemos recibir libremente Su algo, por nada.

1. ¿Estás gastando o invirtiendo tus ingresos?

2. ¿Separas tu ofrenda semanalmente para Dios?  No importa si ganas o te dan poco o mucho, recuerda invertir en las cosas celestiales, no por una esperanza de ganancia, sino por agradecimiento

NPD/DCM