Lectura: 2 Corintios 11:22-30
Cuando los jóvenes se preparaban para un concierto en la plaza del pueblo en Montego Bay, Jamaica, el peor problema que preveíamos eran las quemaduras de sol.
El grupo coral de Grand Rapids, Michigan, estaba en Jamaica para alentar a los cristianos a que difundieran el evangelio por medio de la música. Habían estado esperando este evento para alcanzar a las personas.
A la mitad del concierto, una mujer a quien no le gustaba el mensaje de la música comenzó a gritarle iracunda al grupo coral. Aparentemente, las canciones de honra a Dios eran más de lo que ella podía soportar. Después de varios minutos de tensión, alguien que estaba allí trató de calmarla. Una pelea tuvo lugar a continuación, y comenzamos a temer por la seguridad de los jóvenes. Finalmente, la mujer huyó y el grupo coral terminó el concierto.
Más tarde le dije a una de las muchachas: “Bueno, no volveremos a hacer eso”, indicando que nuestra prioridad era protegerla a ella y a sus amigos. Ella respondió: “Si una persona llegara a conocer a Jesús, valdría la pena, aun si estuviéramos en peligro”.
¡Qué respuesta! Suena como Pablo, quien estaba dispuesto a sufrir para que las personas llegaran a conocer a Jesús (2 Co. 11:22-30). Esta muchacha estaba preocupada por personas a las que ni siquiera conocía. Eso es verdadero amor por Jesús -preocuparse por las personas mientras se colocan las necesidades personales en un segundo plano.
1. ¿Y tu que respuesta darías?
NPD/JDB