Lectura: Eclesiastés 8:1-9
Eric estaba sorprendido por la carta certificada que había recibido. ¡Le habían despedido! Su registro con la compañía era buena, y las razones de su despido no tenían el peso suficiente.
Después de relatarme su historia, Eric explicó: «Me dije a mí mismo: ‘No entres en pánico. Piensa en esto. ¿Cómo quiere Dios que responda ante esto? ‘»
Después de orar y consultar a un abogado cristiano, Eric sintió que Dios lo estaba guiando a aplicar la verdad del texto de hoy para su situación específica. Así que se quedó en su puesto y continuó atendiendo clientes y realizando pedidos. Para satisfacer sus necesidades financieras, se basó en sus reservas personales. Los altos ejecutivos de la compañía no estaban preparados para lidiar con alguien que se mantenía en su puesto de trabajo después de haber sido eliminado de la nómina. Ocho meses más tarde, el presidente le ofreció a Eric un nuevo contrato con las mejores condiciones de su vida laboral.
No todo el mundo puede o debe hacer lo que Eric hizo. Pero podemos aprender de su ejemplo. “No hay por qué temer la calamidad repentina» (Prov. 3:25). No es necesario entrar en pánico.
Cuando un problema hace que nuestra vida se ponga al revés, podemos optar por “permanecer en nuestra posición”, buscando la sabiduría de Dios por medio de la oración, las Escrituras, y el consejo de creyentes maduros. Podemos resistir a la desesperación, al seguir confiando en que Dios está obrando, y seguir haciendo lo que es correcto y bueno. Dios hará el resto.
1. Cuando atravieses el laberinto oscuro de la vida, recuerda decirle al Señor: ¡Dame Tu gracia y sabiduría, Dios tienes el control de todo!
2. Una crisis no puede quebrar, al que reposa en Dios.
NPD/DJH