Lectura: 2 Timoteo 1:1-7

Como abogado, como congresista, como gobernador de Ohio, y como Presidente de los Estados Unidos, William McKinley tenía una relación estrecha con su madre.  Él la visitaba o le enviaba un mensaje a cada día.

Cuando ella enfermó de gravedad, se las arregló para tener un tren especial a dispocisión, listo para llevarlo al lado de su cama. La señora McKinley murió 12 de diciembre 1897, en los brazos de su hijo de 54 años de edad.  Sus suaves virtudes cristianas le ayudaron a moldear el carácter del Presidente, para cuando fue abatido a tiros en Buffalo, Nueva York, cerca de 4 años más tarde, él no mostró amargura hacia su asesino. Con valentía cristiana, dijo: “que se haga la voluntad de Dios” Antes de morir, el pidió volver a escuchar el himno: “Más cerca, mi Dios, de Ti”, que su madre le había enseñado.

Tal vez usted también ha sido bendecido con una herencia cristiana. Pero a diferencia de McKinley, quizás se haya alejado de Dios.  Ya que hace poco tiempo se celebró en muchos países el día dedicado a honrar a las madres, confiese su pecado y vuélvase a Dios.  Deje que los recuerdos más preciados de esa persona especial en su vida, que invirtió muchos estos años guiándole a los caminos de Dios, despierte en su corazón un nuevo deseo de vivir para El.

  1. No le des la espalda a la influencia de una madre piadosa o una persona importante en tu vida (abuela, hermano, amiga, etc.), que haya invertido tiempo en ti, buscando que fueras expuesto a la Palabra de Dios.
  2. Reacciona y ve cuán importante es la Palabra de Dios, sin una relación con Dios, la vida no tiene ningún sentido.
  3. ¿Quién te influencia: el mundo o las cosas divinas, las buenas amistades o las malas amistades? La respuesta a esta pregunta definirá el resto de tu eternidad.

NNH/NPD