Lectura: 2 Corintios 11:22-30

Unos jóvenes a quienes les gustaba la música se organizaron para crear un grupo musical. Con mucha ilusión y ensayos pudieron montar un repertorio musical moderno con algunas canciones comunes del tiempo cuando eran tan sólo unos niños.

Se presentaron en su iglesia local con gran éxito, y muy pronto una persona que los oyó, los puso en contacto con los organizadores de una actividad al aire libre en uno de los parques más importantes de la ciudad; emocionados por la oportunidad de compartir su arte, esperaban con muchas ansias este evento evangelístico, y el peor problema que preveían eran las quemaduras de sol.

A la mitad de su presentación, un hombre a quién no le gustaba la música de los muchachos empezó a gritarles, al parecer al hombre no le gustaban las canciones que honraban a Dios.  Luego de unos minutos de tensión, uno de los responsables por la seguridad del evento llegó a calmarlo y sucedió lo inesperado, se desató una pelea que fue controlada luego de unos minutos.  Posteriormente, la actividad continuó con normalidad y el grupo pudo terminar con sus canciones.

Más tarde ese día, la persona que los había contactado para llevarlos al evento, les dijo a los jóvenes: “Perdón, esto no volverá a pasar, perdón por ponerlos en peligro”.  Uno de los jóvenes le respondió casi de inmediato: “Si tan sólo una persona llegara a conocer a Jesús, valdría la pena, aun si estuviéramos en peligro”.

Algunos dirán: “Esa es la clásica respuesta de un joven que no sabe en realidad lo que es la vida y el peligro”.  Pero, si examinamos un poco más, sus palabras son parecidas a las que Pablo utilizó en 2 Corintios 12:15: “Sin embargo, de muy buena gana gastaré yo de lo mío, y me desgastaré a mí mismo por sus almas. Si los amo más, ¿seré amado menos?”, o las del mismo Pablo hablando en su despedida a Éfeso en lo que sería su último viaje a Jerusalén: “Sin embargo, no estimo que mi vida sea de ningún valor ni preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.

  1. Este es el llamado que Jesús hace a todos los creyentes, preocuparse más por los demás mientras se colocan las necesidades personales en segundo plano.
  2. El amor de Dios en nuestro corazón nos da compasión por los perdidos.

HG/MD

“Nadie tiene mayor amor que este: que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).