Lectura: Mateo 11:25-30
Era una noche de viernes y la sala de emergencias del hospital de la ciudad estaba lleno; personas con mucho dolor, niños llorando, familiares desesperados, y en medio de todo ese caos estaba un creyente quien acompañaba a un amigo que estaba muy enfermo.
El creyente se preguntaba: “¿qué puedo hacer para ayudar?” La respuesta fue: “humanamente muy poco”. No obstante, recordó que tenía un recurso que siempre es efectivo: la oración en silencio a un Padre que nos oye a pesar del caos y ruido de este mundo.
En esta Tierra algunas veces solamente encontraremos agotamiento, angustia, hambre, deudas, pobreza, enfermedad y muerte. La brevedad es una característica de nuestra vida, y al pensar en ello debemos recordar que este mundo realmente no es nuestro hogar ya que aquí somos peregrinos.
Aun así, debemos vivir en este mundo hasta que Dios así lo tenga dispuesto según su voluntad, y para conservar la esperanza el Señor nos brindó una invitación muy oportuna y bienvenida: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28). Todos necesitamos este descanso, y la invitación de Jesús a descansar en Él es hoy, mientras estamos acá viviendo esta aventura transitoria.
- ¡Acepta la invitación de Jesús y descansa en Él!
- Gracias Señor porque en ti podemos encontrar la verdadera paz que necesita nuestra alma.
HG/MD
“Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28).





Gracias por Jesús. Por Él Dios nos perdonó y nos adoptó, y ahora somos libres de la condenación eterna. A Dios sea la gloria por siempre. Amén.