Los que hemos leído en algún momento las Aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, disfrutamos mucho de las ocurrencias de estos personajes a lo largo del gran río Misisipi; no obstante, detrás de las graciosas historias, se esconde la historia poco conocida de su autor Mark Twain.

Este hombre tuvo una vida un tanto trágica, se culpaba de la muerte de su hermano menor, quien murió trágicamente en un accidente en un buque de vapor, su hijo varón murió de difteria a los 19 meses, y sufrió amargamente la muerte de dos de sus hijas, una por meningitis a los 23 años y la otra debido a un ataque al corazón a la edad de 29 años; pero, en lugar de buscar a Dios en medio de sus tragedias, se llenó de amargura y pesimismo.  Al morir a sus 74 años se sentía sólo, infeliz y desesperado.

Al igual que muchas personas, Mark Twain tenía un vacío que no podía ser satisfecho con el dinero, la fama, las posesiones, los placeres, etc.  El éxito que experimentó Twain, tan sólo aumentó su frustración y su sentimiento de pérdida al sentirse incapaz frente a la muerte; su éxito ilustra la locura de vivir sin Dios.  En nuestra lectura devocional en Eclesiastés 6:7-12, se resume la vida del hombre sin Dios, vana y con aflicción de espíritu, con un vacío que no se puede llenar por medios propios.

1.  Si estás enfrentando momentos difíciles, no tienes porque sentirte sólo, puedes acudir al Señor, al Dios de esperanza y gozo.

2.    Las pruebas de la vida deben generar mejores personas, no personas amargadas.

HG/MD

“Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).