Lectura: Proverbios 2:1-9

Mel Fisher era un cazador de tesoros que buscaba oro y lo encontró. En 1985, después de 16 años de búsqueda, finalmente descubrió el naufragio español Nuestra Señora de Atocha a casi 20 metros de profundidad en aguas cercanas a Key West, Florida. Sus buzos rescataron muchos millones de dólares en tesoros de ese barco hundido, pero no fue fácil. Ellos trabajaron mucho y muy duro con detectores de metales, cada buzo tenía que investigar cada “clic o sonido” que generaba el detector de metales.  El sueño de Fisher y su trabajo finalmente dio sus frutos cuando encontraron este gran hallazgo.
La Biblia describe otro tipo de tesoro, aun más precioso que el oro, plata o las piedras preciosas (Proverbios 3:14-15). Es la sabiduría, que es más que el simple conocimiento.  Es la capacidad de aplicar dichos conocimientos a la vida cotidiana. Salomón, le pidió a Dios un corazón sabio y entendido, y nos dijo en Proverbios 2 que busquemos la sabiduría con la misma persistencia e intensidad con que nos gustaría buscar tesoros ocultos (Prov.2:4). Debemos clamar por discernimiento y comprensión (Prov.2:3), e inclinar nuestro oído a la sabiduría (Prov.2:2), y recibir la palabra de Dios y los tesoros que en ella encontramos, en nuestro corazón (Prov.2:1).
1. ¿Valoramos la sabiduría? ¿La buscamos tan diligentemente como si fuera oro? Si es así, seremos recompensados ​​con un mayor tesoro: el conocimiento de Dios.

2. Puedes obtener mucho conocimiento por tu cuenta, pero la verdadera sabiduría sólo proviene de Dios

NPD/MDH