Lectura: Marcos 7:1-13

En su libro “Un País Desconocido”, la autora Mary Pipher, narra la historia de diferentes adultos mayores con edades entre los 70 y 90 años, quienes atraviesan muchas situaciones en sus vidas.

La intención al escribir este libro, es hacer conciencia en sus lectores de que en realidad no estamos preparados para hacer que la vejez sea una etapa fácil de conllevar.  Y el problema fundamental es que los jóvenes y los adultos se han separado y esto perjudica a ambos grupos.

Gracias a esta tendencia social que se ha vuelto cada vez más común, nuestra sociedad elude sus responsabilidades hacia los ancianos.  En la época de Jesús, los fariseos descubrieron formas creativas de evitar sus obligaciones familiares. En Marcos 7:9-13, el Señor censuró la práctica común que tenían de dedicar sus bienes materiales a Dios (al declararlas Corbán, o como una ofrenda para el templo) en vez de usarlos para suplir las necesidades de sus padres. La tradición había quebrantado el mandato de honrar al padre y a la madre.

Desgraciadamente, nuestros hijos, el trabajo y las actividades de la iglesia pueden llevarnos en muchas direcciones, pero estas cosas no son excusas para dejar de honrar a nuestros padres ancianos proveyéndoles para sus necesidades, tanto como nos sea posible (1 Timoteo 5:8). Cuando llegue el momento en que nosotros entremos en el país de la ancianidad, esperemos haber sido el ejemplo correcto para que sigan nuestros hijos.

  1. Honrar a los padres se aprende mediante el ejemplo.
  2. Recuerda tú también en algún momento entrarás en el país de la ancianidad.

HG/MD

 “Si alguien no tiene cuidado de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8).