Lectura: Juan 4:7-15

Hace algún tiempo vi una publicación de una organización llamada Water is Life (El Agua es Vida); ellos trabajan en zonas del planeta donde es difícil encontrar agua potable.

En esa publicación hacían referencia a un producto llamado “el libro bebible”. El “papel” del libro está recubierto de nanopartículas de plata que filtran casi el 99.9% de las bacterias perjudiciales.  Cada hoja que se desprende puede usarse una y otra vez, y tiene la capacidad de filtrar hasta 100 litros de agua a un costo muy bajo, tan solo unos pocos centavos.

De forma similar podríamos decir que la Biblia también es un libro inusualmente “bebible”. En nuestra lectura devocional leímos en Juan 4, sobre una clase particular de sed y un tipo de agua especial.

La mujer junto al pozo necesitaba mucho más que saciar su sed física con un líquido limpio y transparente.  Tenía una sed aún mayor, estaba desesperada por conocer a la fuente de “agua viva”; necesitaba la gracia y el perdón que sólo Dios puede dar.

La Palabra de Dios es el más grande libro “bebible”, el cual a través de sus hojas nos señala al Hijo de Dios como la única fuente de “agua viva”.  Aquellos que acepten el agua que Jesús ofrece disfrutarán de “una fuente de agua que salte para vida eterna” (v.14).

  1. Si estás sediento y has probado todas las posibles fuentes que ofrece este mundo, ¿por qué no pruebas el agua viva que te ofrece Jesús?
  2. Bebe cada día del agua de vida que se encuentra en las hojas de la Palabra de Dios.

HG/MD

“Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14).