Lectura: Salmo 102:1-17

Una madre había creado y puesto en práctica la regla de los 10 minutos en su casa.  Todos los días, 10 minutos antes de salir hacia sus diferentes oficios y deberes, la familia completa debía juntarse frente a la puerta principal.

Se reunían, y ella se turnaba con su esposo para orar por cada uno de sus 4 hijos, y por nombre, les pedían al Señor que los bendijera en su día, también oraban para poner su día laboral en manos de Dios.  Luego les daban un beso a sus hijos quienes salían rápidamente a tomar el bus escolar, mientras ellos salían a enfrentar un largo día de tareas. Si algún niño de la vecindad pasaba por ahí y se detenía, también era incluido en la oración. 

Muchos años después, una de sus hijas le compartió a su mamá que esa experiencia había marcado significativamente su vida, y le había enseñado la importancia de la oración en la vida cotidiana y ahora ella lo repetía con su familia.

En nuestra lectura devocional, el salmista también estaba convencido de que la oración era fundamental, y por eso escribió en el Salmo 102 lo siguiente: “Oh Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído. En el día en que te invoque apresúrate a responderme” (vv.1-2), y luego sabiendo que Dios había oído su clamor dijo: “Porque miró desde lo alto de su santuario, el Señor miró desde los cielos a la tierra” (v.19).

  1. Dios está presto a escucharte, recuerda la regla de los 10 minutos, pídele que bendiga tu día, te guíe, y presenta tus necesidades ante Él.
  2. Habla con Dios todos los días, tu ejemplo puede ser de gran influencia para alguno de tus conocidos o familiares.

HG/MD

“Oh Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor” (Salmo 102:1).