Lectura: Filipenses 3:7-14
A una famosa tenista le preguntaron, cómo se sentía cuando derrotaba a grandes jugadoras, ella respondió: “Cualquier victoria, hace que todo el sufrimiento del ejercicio, la práctica y el desgaste de los viajes, valgan la pena, me hacen sentir como si fuera la dueña del mundo”. Más cuando le preguntaron cuánto duraba ese sentimiento dijo: “¡Cómo dos minutos!”
La Biblia es clara al referirse a la naturaleza fugaz de la fama y la fortuna. En el libro de Eclesiastés, Salomón hace un largo recuento de sus logros temporales y lo que en realidad significan: nada, tan sólo vanidad (Ecles.6). El profeta Isaías compara la vida con una flor silvestre que prontamente se seca y se marchita (Isa.40:6-8). El apóstol Juan lo expresa de la siguiente manera: “Y el mundo está pasando y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17).
Pablo en 2 Corintios 4:7-18, expresa el hecho de que si se desea ganar es necesario el sacrificio personal. Sin embargo, la diferencia entre él y la atleta entrevistada, es el propósito por él que hacía las cosas. Él se estaba esforzando en sobremanera por más de dos minutos de alegría, su meta no era de este mundo sino más bien la gloria del cielo (2 Cor.4:17).
Ganar en grande tiene sus recompensas terrenales. Pero cuando invertimos en las cosas celestiales, nuestra ganancia es eterna. Conocer a Dios mejor, nos proveerá de una satisfacción más grande que la que podamos obtener humanamente. Pablo lo expresó de la siguiente manera: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil.3:13-14).
- La persona sabia dirige sus mayores esfuerzos hacia las cosas del cielo.
- Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura a fin de ganar a Cristo. (Fil.3:8).
HG/MD
“Pero las cosas que para mí eran ganancia las he considerado pérdida a causa de Cristo.” (Fil.3:7)