Lectura: Marcos 14:32-39
He tenido el privilegio de visitar la aldea de Capernaum, junto al Mar de Galilea, allí se pueden apreciar muestras de antiguas prensas de aceitunas hechas de roca de basalto; tienen dos partes: una base y una rueda para moler.
La base es grande, redonda y con una depresión circular. Las aceitunas se colocaban en esa depresión y se hacía girar la rueda pesada, con el fin de molerlas y extraer el preciado aceite.
La noche antes de su muerte, nuestro Señor Jesús también fue al monte de los Olivos, frente a la ciudad de Jerusalén. Estando en el huerto de Getsemaní, clamó al Padre, sabiendo lo que le esperaba.
Getsemaní significa “lugar de la prensa de aceitunas”, lo cual describe perfectamente esas primeras horas aplastantes y terribles del sufrimiento del Señor a nuestro favor: “Y angustiado, oraba con mayor intensidad, de modo que su sudor era como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).
Nuestro Señor Jesús sufrió y murió para quitar “el pecado del mundo” (Juan 1:29) y con esto restaurar nuestra comunión con el Padre (Isaías 53:4-5).
- Nuestros corazones deben rebosar de gratitud y adoración a nuestro Dios.
- Ayúdanos a apreciar la profundidad del amor de Cristo por nosotros.
HG/MD
“Ciertamente él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Nosotros lo tuvimos por azotado, como herido por Dios y afligido. Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados” (Isaías 53:4-5).





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