Mártires de la Fe
Sonrisa Extrema
Paulo, Rusia, inicios de siglo XX
Se estaba haciendo tarde, y el agente soviético había golpeado y torturado a Paulo por muchas horas. “No vamos a torturarlo más”, dijo él, sonriendo con brutalidad cuando levantó la vista. “En lugar de eso lo vamos a enviar Siberia, donde la nieve nunca se derrite. Es un lugar de gran sufrimiento. Usted y su familia encajarán bien.”
En lugar de estar deprimido, Paulo sonrió.
Toda la tierra pertenece a mi Padre, capitán. A dondequiera que me envié yo estaré en la tierra de mi Padre
“Le quitaremos todo lo que posee” – Dijo el capitán mirándolo con aspereza.
“Necesitará una escalera alta, capitán, porque mis tesoros están guardados en el cielo”. Respondió Paulo con una sonrisa preciosa.
“Le pondremos una bala entre sus ojos” Gritó el capitán ahora enojado.
“Si me quita la vida en este mundo, comenzará mi verdadera vida de gozo y belleza” respondió Paulo. “No le tengo miedo a la muerte”.
El capitán agarro a Paulo por su camisa de prisionero hecho jirones y le gritó al rostro:
“¡No lo mataremos! ¡Lo mantendremos encerrado sólo en una celda y no permitiremos que nadie vaya a verlo!»
“Usted no puede hacer eso” dijo Paulo, aún sonriendo. “Yo tengo un Amigo que puede pasar a través de puertas cerradas y barrotes de hierro. Nadie me puede separar del amor de Cristo”.
A pesar de un futuro incierto, estamos seguros de una cosa: Cristo lo enfrentará con nosotros. Ya sea que estemos pasando a través de una prueba privada o una aflicción pública, nunca vamos a estar solos. En contraste, todo compañero humano nos fallará en algún momento. Habrá lugares en el peregrinaje de la vida donde no pueden caminar con nosotros; el agua estará profunda y su entendimiento estaría turbio en el mejor de los casos. Solo Jesús tiene la habilidad de pesar a través de los “barrotes de hierro” de nuestros corazones que sufren y compartir esos tiempos difíciles. Aunque, en su sabiduría, Él puede optar por no liberarnos de nuestras circunstancias, Su presencia segura nos ayudará a través de ellas. Sonría, sabiendo que tiene un Amigo del cual nunca lo lograrán separar.
Tomado de: Devoción Extrema, la Voz de los Martires, pág.15