Lectura: Salmo 121:1-8

Un hombre paseaba con su hijo al finalizar la tarde, pero cuando vio que oscurecía, emprendieron el regreso a casa la cual se encontraba a una distancia considerable.  En el camino de retorno, pasaron por un tenebroso pantano; esa noche, era particularmente oscura, y tan sólo se oía el croar de las ranas, el chirriar de los grillos y ramas de los árboles que se movían con el viento proyectando sombras tenebrosas por donde caminaban.

El niño estaba aterrado por toda aquella escena que lo rodeaba, y le preguntó a su padre si había posibilidad de que algo los atrapara, pero el padre le aseguró que no había nada porque temer; tomándolo de la mano le dijo: “No voy a permitir que nada te haga daño”.  De forma inmediata los temores del niño se disiparon y se sintió preparado para enfrentar los peligros del mundo.

Todos nos hemos sentido asustados en algún momento de nuestras vidas, ya sea por el trabajo que está resultando más desafiante de lo que creíamos, por una prueba que estamos pasando o simplemente porque parece que todo está en nuestra contra.  El Señor nos ha dejado en su Palabra, principios que nos permiten obtener la paz tan necesaria para seguir adelante; te compartimos tres de estas claves:

  1. No te inquietes: porque Dios te ama (1 Juan 4:16).
  2. No desmayes: porque Dios te sostiene (Salmos 139:10).
  3. No temas: porque Dios te guarda (Salmos 121:5).

Cuando comprendemos que estos principios son verdaderos, podremos experimentar el descanso que proviene de Cristo y reconocer que Dios nos lleva de la mano, con lo cual tendremos paz y no temeremos.  Estos tres principios, permitirán que disfrutemos del gozo y libertad que sólo Dios brinda a sus hijas e hijos.

  1. El antídoto para el temor, es la confianza en Dios.
  1. El primer paso para encontrar la paz interior, es tener paz con Dios, y eso tan sólo sucede al aceptar Su regalo de salvación. Si aún no lo has hecho, este puede ser el inicio del resto de tu vida.

HG/MD

“Bienaventurado el pueblo al cual así le sucede. ¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor” Salmos 144:15