Lectura: Salmos 86:1-17

“¡Sólo Dios es grande!”, es la frase inesperada de Jean Baptiste Massillon al empezar el servicio fúnebre de Luis XIV.

A este rey le gustaba referirse a sí mismo como: “Luis el Grande”, también conocido como el “rey Sol”; este hombre gobernó Francia entre los años de 1673 a 1715 con poder absoluto y con un esplendor y despilfarro como muy pocos reyes lo han hecho durante su reinado, un ejemplo de esto es el maravilloso palacio de Versalles ubicado a las afueras de París.

Su funeral se realizó en una catedral y el fastuoso ataúd que contenía su cuerpo, fue iluminado por tan solo una vela.  Cuando le tocó el turno de hablar a Massillon, lo primero que hizo fue apagar la vela para luego romper el silencio con la frase ya referida: “¡Sólo Dios es grande!”.

Es normal sentir admiración por algunas personas que destacan en diferentes campos del saber, como son: grandes pensadores, inventores, exitosas personas de negocios, otros admiran a deportistas y algunos a personas que por sus hazañas o actos heroicos son inolvidables.  Los consideramos como personas que están por encima del promedio, pero finalmente siguen siendo personas con necesidades iguales a las que nosotros tenemos: comen, experimentan dolores, algunos tienen mentes perturbadas por situaciones en sus vidas, otros tienden a deprimirse pues lo único que tienen es dinero y creen que nadie se acerca a ellos porque los amen, y como todos nosotros no podrán impedir la muerte sin importar su dinero, inteligencia, astucia o cualquier habilidad que los haya hecho destacar en nuestro mundo.

Sin duda, podemos afirmar y confirmar la frase de Massillon: “Solo Dios es verdaderamente grande”, Él es tan grande que puede suplir todas nuestras necesidades, es suficientemente grande como para poder perdonar todos nuestros pecados. Sólo Dios es suficientemente grande como para guiarnos en nuestros pasos finales al acercarnos a la muerte, y mostrarnos las maravillas que nos esperan a quienes hemos decidido seguir a Cristo.

  1. Declaremos igual que el salmista: “porque tú eres grande y hacedor de maravillas. ¡Solo tú eres Dios!” (Salmos 86:10).
  2. El mundo está lleno de personas que se creen grandes, pero Dios sigue siendo el más grande.

HG/MD

“Porque tú eres grande y hacedor de maravillas. ¡Solo tú eres Dios!” (Salmos 86:10)