Lectura: Mateo 26:69-75
De seguro si has ido al doctor has oído la frase: “Déjeme ver su lengua”. Dentro del proceso de diagnóstico de una enfermedad, es común que el doctor revise la boca ya que el color de la lengua puede revelar enfermedades o patologías de fondo; por ejemplo la palidez extrema puede ser un síntoma de anemia, o también se pueden detectar problemas gastrointestinales.
La boca también puede ayudarnos a detectar otro tipo de enfermedades que afectan nuestra salud espiritual. La forma de hablar de una persona revela lo que hay dentro de su corazón, Jesús lo afirmó al decir: “…Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mat.12:34b).
La noche en la que Jesús fue arrestado en el huerto de Getsemaní, Pedro fue víctima del poder engañoso de su lengua. Cuando abrió su boca, algunos de los que estaban a su lado reconocieron su acento galileo y dijeron: “Verdaderamente, tú también eres de ellos, porque aun tu modo de hablar te descubre”. Y para empeorar su condición empezó a maldecir y decir que no conocía al Señor.
La forma en la que hablamos dice mucho de nosotros. Nuestro acento delata casi sin equivocación el país o ciudad de donde provenimos. Lo que hablamos muestra y revela la calidad de nuestros conocimientos o la falta de ellos. Nuestros temas de discusión dejan claro sin lugar a dudas, los principios e intereses de vida que tenemos, ya que la mayoría del tiempo hablamos de las cosas que nos apasionan. Sin duda, lo que sale de nuestra boca es una evidencia de lo que hay en nuestros corazones y por lo tanto revelan el cambio que el Señor ha producido en ellos. De igual forma, un hablar descuidado y malicioso es evidencia de que el Señor no está presente en nuestras vidas o no estamos comprometidos con nuestro crecimiento en la fe.
- ¿Qué dice tu lengua de ti?
- Las palabras que salen de nuestra boca, pueden evidenciar el destino final de nuestras vidas: vida eterna con nuestro Señor o vida eterna en el infierno.
HG/MD
“…Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mat.12:34b).