Lectura: 1 Juan 4:7-21

Existe un consenso a nivel mundial, en que las normas básicas de buena conducta se han deteriorado a todo nivel, ya sea en los países en vías de desarrollo o en los desarrollados, en las ciudades o en el campo.  Algunos han concluido que la falta de respeto se ha convertido en una epidemia.

¿Lo has notado dónde vives?, ¿en las carreteras?, ¿en los eventos deportivos o de cualquier tipo de entretenimiento?, ¿en el transporte público?, ¿en las manifestaciones “pacíficas”?  ¿Será que nos hemos olvidado que debemos ponernos en el lugar de los demás, teniendo en cuenta el valor y necesidades de otros?  ¿Nos hemos vuelto orgullosos y vanidosos, sin importarnos las consecuencias?

En la primera epístola a los Corintios capítulo 13, se concluyen varias cualidades del amor bíblico que muchas veces hemos dejado de lado, entre ellas el amor “ni busca lo suyo propio” (1 Cor.13:5), el verso continua diciendo: “No se irrita, ni lleva cuentas del mal”.  El verdadero amor que hemos de mostrar, no impone nada por la fuerza a los demás, no dice “yo primero”, no pierde el control y sobre todo no lleva un registro del mal que han hecho otros.

Con frecuencia sólo nos centramos en las cualidades del amor que nos benefician y olvidamos que el amor de Dios desea que compartamos; también incluye la cortesía y la consideración hacia todas las personas con las cuales nos encontramos en nuestra camino.

  1. Ante la ola de odio y egoísmo, los creyentes debemos responder con un amor genuino a nuestros semejantes.
  1. Con el aceite de la cortesía lograremos quitar gran parte de las fricciones en nuestras vidas.

HG/MD

“No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal.” 1 Cor. 13:5