Lectura: Salmo 118:1-29
Como todos los años la familia se había reunido a dar gracias a Dios por todas las bendiciones que habían recibido durante el año.
Cuando sirvieron un plato de sopa caliente, uno de los pequeños dijo un rotundo: “No”, ante lo cual los padres replicaron: “¿No qué?”, esperando que terminara sus palabras con un “No, gracias”. Sin embargo, su respuesta fue: “No quiero sopa”. Lo extraño es que al niño siempre le había gustado ese platillo de comida.
Eso los llevó a realizar una pausa en ese momento de la cena, para recordarles a sus hijos la importancia de los buenos modales en la mesa. Esto siempre es fundamental en la crianza de los niños.
Más allá de las charlas sobre buenos modales y respeto, las cuales son muy buenas y se refieren a asuntos temporales, nuestro Dios nos recuerda constantemente en su Palabra que debemos tener un corazón agradecido siempre, lo cual es vital en nuestra relación con Él.
En nuestra lectura devocional leímos el Salmo 118 que comienza y termina de la misma manera: “¡Alaben al Señor porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!” (vv. 1, 29).
También debemos dar gracias cuando entramos en su presencia (100:4). Además, las peticiones que le hacemos deben estar rodeadas de un espíritu de agradecimiento (Filipenses 4:6). Esta clase de actitud nos ayuda a recordar las abundantes bendiciones que recibimos. Aun en medio de los problemas y la desesperación, la presencia de Dios y su amor nos acompañan permanentemente.
- Por eso hoy y siempre: “¡Alaben al Señor porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!” (Salmos 118:1,29).
- ¡Agradezcamos a Dios por sus bendiciones, las cuales son nuevas cada día!
HG/MD
“Por la bondad del Señor es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” (Lamentaciones 3:22-23).