Lectura: Hechos 17:22-31
Jesús es ineludible, ya sea que le aceptemos como nuestro amante Salvador o bien comparezcamos ante Él en la vida venidera para el juicio eterno, no lo podemos ignorar.
Se cuenta la historia de un médico, que se propuso como meta de vida ir en contra de todo lo referente a la religión, y que aprovechaba cualquier oportunidad para burlarse del carácter y la dignidad del Señor. Sentía tanto desprecio por Jesús, que siempre que hablaba lo hacía despectivamente y se refería a Él como el “hijo del carpintero”.
Luego de algunos años, el doctor se enfermó de gravedad. Semanas antes de su muerte se agitó mucho y le comentó a la enfermera que lo atendía: “Me estoy muriendo, y lo que más me afecta de todo es que debo ser juzgado por el hijo del carpintero.”
Este médico enfrentaba el dilema de todas las personas que intencionalmente rechazan a Cristo, ¿será cierto lo que dijo Jesús?, ¿y si hubiera confiado en Él como Señor y Salvador? ¿Habría encontrado la paz?
- Y tú, ¿cómo has hecho con el mensaje de Jesús? Aquel a quien llamaban el hijo del Carpintero, es Dios mismo, el Verbo hecho carne. Hoy puedes empezar a confiar en Él, recibir salvación y ser salvo de la condenación (Juan 3:17)
- Esta es una decisión que todos debemos hacer ¿Aceptarás a Jesús o lo rechazarás? Ambas decisiones tienen consecuencias eternas.
HG/MD
“Él nos ha mandado a predicar al pueblo y a testificar que él es el que Dios ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos” (Hechos 10:42)