Lectura: Salmos 139:13-16
En el Salmo 139, David hace una hermosísima descripción del momento en el cual Dios formaba su diminuto cuerpo en la profundidad del vientre de su madre. Con esto estaba contándonos como el Señor lo amó aun antes de nacer.
En Su perfecto plan, Dios diseñó e hizo existir a David en el momento indicado, para que se convirtiera en el hombre que llegó a ser. En este salmo, David emplea una metáfora de un diario donde el Señor, en primer lugar, escribió Su plan y luego lo cristalizó mediante la obra de Sus manos llevada a cabo en el vientre de su madre: “Tus ojos vieron mi embrión y en tu libro estaba escrito todo aquello que a su tiempo fue formado, sin faltar nada de ello.” (Salmos 139:16).
En otras palabras, Dios con todo Su amor formó a David y lo concibió como a todos nosotros, como una criatura única e irrepetible, el producto del corazón y la inventiva de Su ser Creador. Esto mismo se aplica a ti, eres una persona única y especial, al igual que todas las personas en este mundo.
Debido a esta verdad es que todos deberían tener una actitud a favor de la vida. Es importante respetar y valorar la vida de todos los seres humanos, los nacidos y los que aun están en desarrollo en el vientre de sus madres. Son preciosos los pies de esos pequeñines que apenas inician su vida, así mismo son los pies cansados de aquellos que ya en su cabello muestran los dulces reflejos blancos de las estrellas; es valiosa la vida del que menos tiene, así como la de aquel que tiene de sobra, la de los que consideramos bellos como la de los que no lo son tanto.
Todos y cada uno somos obras maestras del perfecto Alfarero; no obstante, todas las personas tenemos el mismo problema llamado pecado, pero también tenemos en nuestras manos la misma solución que tan sólo podemos encontrar en Jesús (Romanos 6:23).
1. “Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras…” (Salmos 139:14) Cada uno de nosotros es una obra maravillosa de Dios que necesita ser restaurada debido al pecado; pero ahora, gracias a Su sacrificio en la cruz y Su resurrección (Efesios 2:1-10), tenemos la posibilidad de ser adoptados como sus hijos (Efesios 1:5) y tener vida eterna junto a Él (Juan 3:36).
2. Todos somos criaturas de Dios, pero solamente podemos llegar a ser sus Hijos e Hijas mediante Jesús: “Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
HG/MD
“Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien.” ( Salmos 139:14).