Lectura: Juan 4:27-39
El ejecutivo escuchó con mucha atención un sermón que estaba ofreciendo un ministro; al finalizar el servicio, caminó hasta donde estaba el predicador y le dijo: “Su sermón estuvo excelente, pero si usted hubiera sido uno de mis empleados, tendría que despedirlo”. El ministro lo miró con extrañeza y le consultó sobre el interesante comentario.
El ejecutivo le explicó: ¡Logró que me interesara el “mensaje” que me estaba ofreciendo, pero no cerró el trato! El ministro había explicado el mensaje con toda propiedad, pero no había desafiado a su audiencia a tomarlo para sí.
En un estudio bíblico sucedió una situación similar. Una tímida y joven madre había estado asistiendo al estudio durante varias semanas, y el creyente que dirigía el estudio bíblico, oraba cada vez que veía asistir a la joven: “Señor no me permitas apresurarme a tomar una decisión, ayúdame a darle tiempo para comprender”.
Un día, la mujer desesperada le preguntó: ¿Cuándo me vas a ayudar a conocer a Jesús?; el creyente le dijo: “Yo había estado esperando que tuvieras el valor de hablarme”. Luego de reírse juntos por un rato, le explicó el mensaje de salvación, y tiempo después la mujer invitó a su esposo, quien también comprendió el mensaje de salvación; ahora ambos sirven juntos en la iglesia local a la que asisten.
Jesús enseñó que cualquier momento es el mejor momento para hablar de Jesús (Juan 4:35). Tal como leímos en nuestra lectura devocional, lo demostró muchas veces en su vida ministerial; por ejemplo, al hablarle y explicarle el mensaje de salvación a una mujer samaritana despreciada por muchas personas de su pueblo.
- Ora para que Dios te dé la sensibilidad y así comprender cuando alguien esté listo para la cosecha.
- La próxima persona a la que conozcas, podría requerir conocer a Jesús como Señor y Salvador de su vida, ¡no dejes pasar la oportunidad!
HG/MD
“¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses para que llegue la siega”? He aquí les digo: ¡Alcen sus ojos y miren los campos que ya están blancos para la siega!” (Juan 4:35).