Lectura: Colosenses 4:5-15
Como ya te has dado cuenta, en el capítulo cuatro de la lectura que hicimos hoy, el apóstol Pablo en su carta a los creyentes que vivían en la ciudad de Colosas, hoy día ubicada en Turquía, hace un recorrido por diferentes creyentes que integraban la iglesia del lugar.
Nos encontramos con Tiquico de Asia Menor (4:7), y con Onesimo, el esclavo que se había escapado y se había convertido al cristianismo, cuando conoció a Pablo mientras estaban en una prisión (4:9). Pablo desarrolla esta interesante historia en Filemón. También nos encontramos con los creyentes judíos: Aristarco, Marcos y Justo (4:10-11); y con otros creyentes no judíos: Epafras, el doctor Lucas (quien escribió el evangelio de Lucas y el libro de los Hechos) y Demas (4:12-14). Por último y no menos importante nos presenta a Ninfas (4:15), quien es la persona que facilitó su casa para que la naciente iglesia pudiera reunirse. Por supuesto estas personas significaron mucho en la vida de Pablo y su ministerio.
Estas personas eran poco conocidas y como la mayoría de nosotros, surgieron por un momento en la historia y luego decayeron. Sin embargo, desempeñaron un papel en la causa más importante de todas, la de Cristo; e hicieron a un lado sus propios intereses para que Jesús surgiera en sus vidas, tal como lo expresa Juan “A él le es preciso crecer, pero a mí menguar” (Juan 3:30).
Los nombres, ascendencias y características de estas personas nos muestran la gran variedad que había en la iglesia de Colosas, al Señor no le gusta la monotonía, es un Dios creativo. Los miembros de nuestros clubes sociales actuales por lo general buscan personas que se parezcan mucho entre ellas; sin embargo, la iglesia de Dios no debe ser así para nada. El incorpora a su casa personas de todas las nacionalidades, culturas y niveles sociales (Gál.3:28; Col.3:11) y las hace uno en Jesús.
- ¿Tu iglesia local muestra la variedad que Dios ha creado, tal como sucedía en la iglesia de Colosas? Si no es así, piensa ¿por qué?
- Lo que une la iglesia no son los caracteres afines, nuestras posesiones, o como vistamos, es Cristo.
HG/MD
“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28).