Lectura: Números 14:1-11
Un par de jóvenes caminaba hacia su práctica deportiva en un caluroso día de verano; uno de ellos sacó de su mochila unas uvas que le había empacado su mamá como merienda, se las compartió a su amigo y le dijo: “Si que están dulces estas uvas” , el otro le respondió, “pero están llenas de semillas”, siguieron su caminata y se encontraron con un rosal lleno de hermosas rosas, el primero dijo: “Que colores tan fantásticos, y su fragancia es tan dulce que dan ganas de comerlas”, el otro simplemente dijo: “Si, pero están llenas de espinas”. Cuando se acercaban al lugar hacia donde se dirigían, decidieron abrir unas botellas llenas de agua fría para refrescarse, el segundo muchacho dijo: “Es una lástima, ya la botella está medio vacía”; el otro más agradecido le dijo: “La mía todavía está medio llena”.
Muchos, por no decir que la mayoría, son tan negativos como el segundo muchacho, y difícilmente pueden apreciar las pequeñas recompensas de la vida; al igual que el pueblo de Israel, son expertos en quejarse y expresar falta de satisfacción, en lugar de alabar a Dios por su continua provisión. Gracias a Dios que no todas las personas son así, hay muchos que se concentran en el lado brillante de la vida, son personas felices y agradecidas; no lo tienen todo pero hacen su mejor esfuerzo y están felices con lo que el Señor les ha provisto. Son realistas con respecto al lado oscuro de la vida, pero aprovechan esos momentos no tan agradables para aprender lecciones y esforzarse aún más.
Tú también puedes vencer los pensamientos pesimistas, no importa tu situación, cuales quiera que sean tus circunstancias siempre habrán muchas más razones por las cuales estar agradecido. Si estás pasando por una situación poco positiva, piensa en el amor de un Dios que te ama y alábalo por su providencia.
- En lugar de quejarte de las espinas, da gracias por las rosas, por el aire que respiras, por la lluvia que te moja, por lo que Dios en su divina sabiduría no te permitió tener.
- No te quejes por lo que no recibes de Dios, dale gracias por lo que recibes y no mereces.
HG/MD
“Pero gracias a Dios, quien nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57)