Lectura: 2 Timoteo 2:1-10

Durante el servicio religioso a la memoria de LeRoy Eims, miembro de toda la vida del personal de Los Navegantes, medité por qué cientos de colegas y amigos habían venido de todas partes de los EE.UU. para rendirle tributo. ¿Por qué tanta gente lo amaba tan profundamente?

Siendo un joven cristiano, LeRoy se sintió desafiado a discipular a los demás de manera individual. Tomó en serio la instrucción de Pablo a Timoteo: “Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2). LeRoy adoptó ese claro y sencillo mandamiento de las Escrituras y lo practicó fielmente por más de 50 años.

Muchísimas de las personas que atiborraban la iglesia esa tarde habían vivido en el hogar de LeRoy y Virginia Eims. Él los había aceptado, alentado, e instruido. Como sus hijos espirituales, habían multiplicado el ministerio de él invirtiéndose en otros, así como él lo había hecho en ellos.

Una frase en un tributo escrito captó la esencia del hombre: “Su vida se caracterizó por la determinación, la gran creatividad y un maravilloso sentido del humor.”

El ejemplo de LeRoy nos alienta a toda una vida de seguir fielmente al Señor. ¡Él lo hizo! Y por la gracia de Dios, nosotros también podemos hacerlo.

1. ¿Quieres dejar memoria de tu paso en la tierra? ¡Evangeliza y discipula!

2. ¿Quieres que otros hagan lo mismo que tu?  ¡Evangeliza y discipula!

NPD/DCM