Lectura: Juan 14:1-6
Parecía una tarea muy sencilla, pero todo se complicó al final. En la lista del supermercado mi esposa había escrito: “Leche especial”, y para complicar las cosas había dejado mi teléfono inteligente en la casa. El problema era que no sabía qué clase de “leche especial” quería. Cuando llegué a la fila del supermercado donde están las leches, había de todos los tipos, colores, sabores, de soja, de almendra, de coco, entre otras.
Le pregunté a uno de los empleados por el tipo de leche que llevaban las personas, cuando se referían y le preguntaban por la “leche especial”; su explicación me dejó aún más confundido, porque había: deslactosada, alta en grasa, baja en grasa, con probióticos, y la lista continuaba. Así que tomé la que creí era la más especial entre todo ese mar de tipos de leches, y continué buscando los demás productos que la lista indicaba.
Al fin llegué a la casa, y cuando empecé a bajar las bolsas del supermercado, descubrí que mi esposa no quería leche de vaca, sino leche de almendras, pues uno de nuestros invitados no tomaba leche con lactosa. Mi búsqueda fue sincera, incluso pedí ayuda y confié finalmente en mi juicio para llevar la leche que creí era la correcta. Sin embargo, todo mi esfuerzo no sirvió de nada, ya que tenía el producto equivocado.
De la misma manera, muchas personas deambulan por la tienda de alimentos que llamamos “vida”, con la palabra “cielo” en la lista de necesidades primarias; pero, finalmente por sus malas decisiones no obtienen lo que verdaderamente necesitan. A pesar de toda su sinceridad y la ayuda provista por otras personas que no tienen una visión correcta, en muchas ocasiones toman algo que creen los llevará al cielo y finalmente se topan con el engaño de un “evangelio diferente” (2 Corintios 11:4), y por supuesto se encuentran en el lado incorrecto, muy alejados de la vida eterna que ofrece nuestro Señor (Juan 3:16).
- Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Y el apóstol Pedro declaró: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).” Confía en Jesús. No te conformes con el evangelio equivocado.
- Recuerda; por más buenas que sean tus intenciones, puedes estar equivocado. Sólo en Jesús hay salvación.
HG/MD
“Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).