Lectura: Lucas 23:33-43

Cuando Jesús llevó sobre sí la cruz, estaba recibiendo el castigo por todos nuestros pecados como humanidad.  Pero, y este es un gran, pero, sólo los que depositan su confianza en Él como Señor y Salvador reciben su extraordinaria provisión salvífica.

Ciertamente el sacrificio de Jesús es suficiente para todos, pero sólo es efectivo para quienes ponen su fe en Él.

Jesús fue crucificado al lado de dos criminales, uno de ellos ni aun estando frente a su muerte inminente, quiso reconocer sus errores y pedir perdón, y quedó registrado de esta forma: “Uno de los malhechores que estaban colgados lo injuriaba diciendo: ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!” (Lucas 23:39). Ahora él se encuentra en el lugar de los perdidos, separado de Dios por la eternidad.

No obstante, el otro, tenía una actitud de arrepentimiento, y lo notamos por sus palabras: “… ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, padecemos con razón porque estamos recibiendo lo que merecieron nuestros hechos, pero este no hizo ningún mal.  Y le dijo: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.  Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:40-43). 

Sus actitudes contrastantes son una muestra de cómo somos todos los seres humanos.  Es simple, o creemos en Jesús o lo rechazamos.  Lo cierto es que, la posición que tengamos ante el mensaje del evangelio, determinará el lugar donde pasaremos la eternidad, tal como lo dijo Jesús: “El que cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:18).

  1. En este día que recordamos el mayor de los sacrificios, agradezcamos a Jesús por haber pagado el precio por nuestro pecado sin nosotros merecerlo.  Si aun no has depositado tu fe en Jesús, ¿qué esperas? ¡hazlo ahora!
  2. Cuando nos enfrentamos a la cruz del calvario, sólo hay dos caminos, uno se dirige al infierno y el otro al cielo, ¿cuál es tu decisión?  

HG/MD

“El que cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:18).