Lectura: Hechos 9:36-43
Dejamos huellas dactilares en los vasos, en las paredes, o en los teclados. Ya que las huellas dactilares de cada persona son únicas, dejamos nuestra identidad sobre todo lo que tocamos. Algunos supermercados están incluso probando una tecnología que permite que los clientes paguen identificándose con sus huellas dactilares. La huella única de cada cliente y su número de cuenta bancaria se guardan en un archivo para que lo único que se necesite para pagar una cuenta sea una lectura de su dedo.
Una mujer en la iglesia primitiva dejó otro tipo de huella – una “huella del corazón.” Dorcas tocó las vidas de muchas personas por medio de su don único de coser y regalar prendas. Se la describe como “rica en obras buenas y de caridad” (Hechos 9:36). Nosotros también hemos de ser “celoso[s] de buenas obras” (Tito 2:14). Cada uno de nosotros tiene una huella del corazón única que puede tocar a otra persona.
Un autor anónimo escribió esta oración acerca de alentar a los demás: “Oh Dios, dondequiera que vaya hoy, ¡ayúdame a dejar huellas del corazón! Huellas del corazón de compasión, comprensión, y de amor. Huellas del corazón de amabilidad y auténtica preocupación. Que mi corazón toque a algún vecino solitario a alguna hija que ha huido de casa, a alguna madre angustiada, o incluso, a algún abuelo anciano. Envíame hoy a dejar huellas del corazón. Y si alguien dice, ‘Sentí que me tocaste,’ que sienta el toque de Tu amor a través de mí.”
1. ¿Harás de ésta tu oración hoy?
2. Intencionalmente esta semana trata de dejar huella en el corazón de una persona, con una acción que salga de tu corazón, que haga sentir a esa persona, amada, sin haberlo buscado.
NPD/AMC