Lectura: Isaías 49:13-20
Sin lugar a duda, los cambios y las situaciones fuera de nuestro control son normales en la vida de todos los seres humanos, pero también es verdad que no dejan de asustarnos cuando aparecen de repente en nuestras vidas.
Hace algún tiempo leí el testimonio de una mujer que vivía en un país en desarrollo, y que había perdido a toda su familia a causa de una guerrilla de extremistas quienes entraron a su aldea y acribillaron a la mayoría de su pueblo.
Aunque quedó viuda y con poco dinero, decidió que eso no la derrotaría y por el contrario se hizo cargo de una pareja de gemelos de una de sus amigas que había muerto en el ataque. Confió en que Dios proveería para los gastos de comida y escuela de su nueva familia. Actualmente, ayuda con la educación de niños en su iglesia local, así como también a otras viudas que han pasado por situaciones similares. Por supuesto, muchas veces llora recordando a su familia fallecida, pero para cada problema o cambio en su vida tiene algo que la alienta, ella dice: “Gracias mi Señor Jesús, que estás conmigo”.
Dios sabe exactamente la dificultad por la que pasas. En nuestra lectura devocional el profeta Isaías nos recuerda que el Señor nos conoce tan íntimamente que es como si nuestro nombre estuviera escrito en las palmas de sus manos (Isaías 49:16). Además, nos ha dado su Espíritu para guiarnos, consolarnos y fortalecernos (Juan 16:7-10).
- Todos enfrentamos cambios y desafíos en la vida, y tú no eres la excepción; no obstante, cuando estés pasando por ellos recuerda que el Señor Jesús está contigo.
- La fidelidad y el cuidado de Dios son para siempre (Salmos 36:5).
HG/MD
“Por la bondad del Señor es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lamentaciones 3:22-23).
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