Lectura: Deuteronomio 6:1-12
En muchos de nuestros países es normal ver inscripciones religiosas pegadas en la carrocería o vidrios de los automóviles.
Algunas de las más comunes suelen ser: “Regalo Divino”, “Jesús es mi copiloto”, otras son un poco más creativas como, por ejemplo: “¡Cuidado, piénsalo dos veces antes de decirme algo, ángeles en guardia!”.
Por supuesto que, si alguien coloca en su automóvil un adhesivo con el nombre de “Jesús”, no es un indicador confiable del amor de esa persona hacia Dios. Las palabras y los signos exteriores, aunque si bien son importantes no siempre son confiables, lo importante es la verdad que llevamos dentro ya que revela nuestro deseo de ser transformados por Él.
Había un programa radial patrocinado por un ministerio local, el cual distribuía tarjetas con versículos bíblicos escritos a ambos lados; esto ayudaba a las personas a memorizar la Palabra de Dios. En Deuteronomio 6, Moisés exhortó a Israel a escribir los mandamientos de Dios: “… en los postes de tu casa” (Deuteronomio 6:9). Ciertamente, como creyentes debemos atesorar la Palabra de Dios en nuestros corazones (Deuteronomio 6:6), enseñársela a nuestros hijos y repetirla “andando por el camino”, y al acostarnos y levantarnos (Deuteronomio 6:7).
Por tanto, lo realmente importante es que nuestra fe sea real y nuestro compromiso verdadero, para que podamos amar al Señor con todo nuestro corazón, nuestra alma y nuestras fuerzas (Deuteronomio 6:5).
- Señor, que tu Palabra esté escrita sobre mi corazón.
- Si guardas la Palabra de Dios en tu corazón, sus caminos serán también los tuyos.
HG/MD
“Estas palabras que yo te mando estarán en tu corazón” (Deuteronomio 6:6).





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