Lectura: Isaías 6:1-10

No sé si te ha pasado, se siente extraño estar cara a cara con una persona que consideramos famosa, una persona que trabaja en un programa de televisión, un deportista de un equipo importante, una persona con un cargo preponderante en el país o alguien que escribió un libro que leímos.

Al estar en una situación de este tipo, se nos pueden escapar las palabras, o tal vez nos cueste hasta saludar, y dependiendo del caso, puede suceder que incluso sintamos que no somos comparables con esas personas debido a su éxito o popularidad.

Pero ni la experiencia más extrema de este tipo, puede compararse con lo que Isaías sintió el día que estuvo frente al trono de Dios.  Esto fue tan sublime e intenso porque pudo ver Su majestad  (Isaías 6:1).

Luego de esta experiencia Isaías obtuvo una nueva visión de la vida y de la santidad de Dios.  Experimentó el contraste entre su ser pecaminoso y la perfección divina.  Escuchó el llamado de Dios para servirle y él respondió.

Hoy también puedes experimentar en parte lo que sintió Isaías, ya que el Espíritu Santo vive en nosotros los creyentes (1 Corintios 6:19), y puedes tener comunicación directa con Dios por medio de la oración (Efesios 6:18).

  1. Un día verás al Señor cara a cara (1 Juan 3:2) y al igual que Isaías te quedarás sin aliento ante Su gloria.
  2. La extraordinaria presencia de Dios debe provocar que te alejes del pecado y te acerques a Él.

HG/MD

“En el año que murió el rey Uzíasa, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime; y el borde de sus vestiduras llenaba el templo” (Isaías 6:1).