Lectura: Filipenses 2:3-8
Hace algún tiempo, al servicio de emergencias llegó un hombre con heridas múltiples en su cuerpo, una de ellas ponía en riesgo su vida así que la única opción viable era realizarle una amputación. Por este motivo, luego de estabilizarlo, lo trasladaron a una de las salas de operaciones del hospital.
El hombre estaba muy golpeado y su cuerpo hinchado debido a las heridas, así que de inmediato procedieron con la operación y le realizaron la amputación de su pie derecho. Al día siguiente, el hombre no mejoraba su condición, por el contrario, empeoraba, entonces volvieron a revisar el expediente y se dieron cuenta de un problema, habían cortado el pie equivocado, que aunque parecía estar en muy mal estado hubiera soportado la recuperación, habían pecado por exceso de confianza.
Algunos dicen que este tipo de malas prácticas son tan extrañas como los accidentes de avión. En el hospital, luego de aquel penoso incidente que les costó una millonaria indemnización y la sanción de buenos profesionales en salud, decidieron incluir dentro del protocolo el marcado con rotulador negro con un “NO” a la extremidad que no será objeto del procedimiento.
La Biblia nos llama a que hagamos más que simplemente reconocer nuestros errores, nos llama a tomar pasos consientes para evitar caer en un error. El apóstol Pablo les advierte a sus lectores en Éfeso lo siguiente: “y no tengan ninguna participación en las infructuosas obras de las tinieblas sino, más bien, denúncienlas” (Efesios 5:11).
Como creyentes debemos estar alertas a las circunstancias que nos rodean, a saber, que nuestro “adversario, el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8), el enemigo desea que entremos en zonas de confort y pensemos que no somos vulnerables a cometer errores, tal como los médicos del hospital que operaron el pie incorrecto.
Somos llamados a ser diferentes a los demás, Dios nos ha comprado a precio de sangre (1 Corintios 6:20), tenemos la enorme oportunidad de hacer lo correcto, de reparar heridas causadas, de influenciar positivamente las vidas de otros (Romanos 12:1).
- Los sabios no sólo admiten sus errores, sino que también buscan repararlos y evitan caer en ellos nuevamente.
- El exceso de confianza es tan malo como no tener ningún tipo de confianza en lo que hacemos, pidamos a Dios que nos brinde Su sabiduría.
HG/MD
“No considerando cada cual solamente los intereses propios sino considerando cada uno[a] también los intereses de los demás.” (Filipenses 2:4).