Lectura: Éxodo 32:1-35
Un hombre había comprado un velero de segunda mano que estaba un poco falto de cariño, pero eso no le importaba ya que se trataba del sueño de toda su vida y él era bastante bueno en el asunto de las reparaciones y la pintura.
Por fin, llegó el día de su viaje inaugural, se preparó adecuadamente y salió junto con dos buenos amigos hacia la aventura de sus vidas.
Era un día hermoso con mucho viento y olas. Ya estaban lejos de tierra, y mientras navegaban a vela, les entraron dudas en cuanto a una nube de tormenta que se formaba a la distancia.
Por un momento el hombre sintió que se estaban alejando demasiado, pero el sistema de posicionamiento global (GPS en inglés) y la brújula indicaban que iban bien; si hubieran confiado en sus ojos y sus sentidos, tal vez hubieran decidido acercarse más a la costa. Sin embargo, sabía que había arrecifes a lo largo de la ruta, y cualquier cambio de rumbo tenía que considerarse cuidadosamente.
Así que decidieron confiar en los instrumentos. A la larga llegaron al puerto de destino, así que todo el tiempo estuvieron en el rumbo correcto.
Hace muchos años, un grupo de viajeros se desorientó, pero en el desierto egipcio. Su líder había subido a una montaña, fuera de la vista de ellos, y el pueblo comenzó a creer que él no iba a volver. Así que decidieron hacer lo que pensaron era mejor para ellos.
En nuestra lectura de devocional, en Éxodo 32, se describe en detalle los tristes resultados de lo que puede suceder cuando las personas deciden confiar en sus propios sentimientos, en lugar de confiar y obedecer la guía de Dios.
- Sabes, todos días de tu vida tienes que tomar la misma decisión que aquellos israelitas en el desierto, ¿sigues la guía de viaje que Dios nos dejó en la Biblia, o te arriesgas a ir por el mundo con mares embravecidos y un final terrible?
- ¿Lees la Palabra de Dios todos los días? Hoy puedes iniciar y tener este excelente hábito.
HG/MD
“Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti, y no fueron defraudados” (Salmos 22:5).