Lectura: Deuteronomio 33:26-29
El 27 de agosto de 1960, el Capitán de la Fuerza Aérea de los EE.UU., Joseph Kittinger Jr., se sentó en una góndola suspendida de un globo de gran altura. Cuando el globo llegó a los 34,000 metros sobre la superficie de la tierra (más de 31 kilómetros), Kittinger saltó hacia abajo. Cuatro minutos y 36 segundos más tarde, su paracaídas principal se abrió a los 5,400 metros, ¡pero no antes que el alcanzara una velocidad de 988 kilómetros por hora! Kittinger planificó cuidadosamente su descenso que estableció un record.
En el reino espiritual, es más probable que encontremos que la vida está llena de caídas libres inesperadas. La perdida de un ser querido, una relación rota, ser despedido de un empleo, puede hacernos sentir como si estuviésemos cayendo en lo desconocido. Para los creyentes, hay un “paracaídas” espiritual – los amorosos brazos de Dios.
Hace miles de años, Moisés escribió estas palabras a los israelitas justo antes de morir: “El eterno Dios es tu refugio, y debajo están los brazos eternos” (Deuteronomio 33:27). Las palabras “brazos eternos” se refieren a la protección y preservación del pueblo de Dios. A pesar de las circunstancias llenas de tensión que sin duda enfrentarían, podrían descansar en la seguridad del atento cuidado de Dios.
1. ¿Te sientes como si estuvieras en una caída libre? Anímate. Los amorosos brazos de Dios están allí para recibirte.
2. ¿Has compartido con otros esa seguridad que nos da nuestra relación con Jesús?
NPD/HDF