Lectura: Daniel 5:17-31

Fue una de las noches más tristes que había vivido la ciudad de Babilonia, su rey Balsasar había profanado los vasos sagrados sacados del templo de Jerusalén.  Esto definitivamente no fue bien visto por Dios y esa noche había llegado el momento del juicio para Belsasar y por consiguiente de Babilonia.

No obstante, en medio de toda aquella terrible oscuridad brillaba la luz de un hombre que en verdad amaba a Dios: el profeta Daniel.  Debido a la reputación que tenía (Daniel 5:11), fue llamado para interpretar el extraño mensaje en la pared.

Daniel, pudo haber suavizado la advertencia de Dios para darle el significado que el rey y su corte hubieran querido escuchar, pero Daniel tenía la misión de agradar a Dios y debido a ello, aunque sin ofender, respondió al rey con la verdad y le tradujo lo que decía aquella frase.

Por supuesto, Daniel tuvo que contar con un gran valor para traducir: “MENE, MENE TEQUEL U PARSIN”.  Y esta es la interpretación del asunto: “MENE: Dios ha contado tu reino y le ha puesto fin.  TEQUEL: Pesado has sido en balanza y has sido hallado falto.  PARSIN: Tu reino ha sido dividido, y será dado a los medos y a los persas” (Daniel 5:25-28).  El rey pudo haber tomado muy mal estas palabras y emprender su ira contra Daniel; sin embargo, Daniel no temía al rey, temía a Dios.

  1. Nunca estás sólo cuando estas con Dios, Él te dará la fuerza necesaria para continuar, no importando quien esté en tu contra.
  2. Ánimo, Dios tiene un plan para ti, cúmplelo: ¡ámalo, y comparte de su amor con otros!

HG/MD

“Sin embargo, no estimo que mi vida sea de ningún valor ni preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).