Lectura: Mateo 13:44-46

En febrero de 2013, la pareja Juan y María paseaba a su perro cuando se tropezaron con una lata oxidada que la lluvia había desenterrado.

Cuando la abrieron, para su sorpresa descubrieron monedas de oro en denominaciones de 5, 10 y 20 dólares que databan de entre los años 1847 a 1894.  La pareja encontró otras 7 latas con unas 1427 monedas en total, las cuales tenían un valor nominal de más o menos 27.000 dólares, pero su rareza las hacía muy deseadas por los coleccionistas y por ello se valoraron desde los 11 millones de dólares o más.

Esta historia nos recuerda la parábola que el Señor relató en Mateo 13:44: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre descubrió y luego escondió. Y con regocijo va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo”.

Los tesoros han atrapado la imaginación de muchas personas desde siempre, y aunque sea extremadamente raro hacer un descubrimiento como el que hizo esta pareja, el Señor Jesús nos habla de un tesoro cuyo precio es incalculable y que a diferencia de este tipo de “tesoros”, el que Él nos ofrece es totalmente accesible a todos quienes estén dispuestos a reconocer sus pecados, aceptando el sacrificio sustitutivo que Él realizó en la cruz y que lo siguen (Juan 1:12). 

Al tener este tesoro, tenemos gozo incomprensible, las abundantes riquezas de su gracia y una eternidad con Dios.

  1. El valor de este tesoro se incrementa cada día que buscamos a Dios con un corazón sincero, así que, si aún no has encontrado este tesoro hoy puede ser el día.
  2. Atesora tu relación con Dios, es lo más valioso que tienes y es para compartirlo con otros que aún no lo han hallado.

HG/MD

“Y juntamente con Cristo Jesús, nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares celestiales para mostrar en las edades venideras las superabundantes riquezas de su gracia, por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús.” (Efesios 2:6-7).