Lectura: Gálatas 5:13-26

Una vez conducía camino a una reunión, iba cruzando una parte donde había muchos árboles a ambos lados de la carretera; en ese momento pude ver a lo lejos a todos pájaros que peleaban ferozmente al lado del camino, en su lucha se levantaban y se atacaban.

A medida que me acerqué, la pelea se acentuó, y justamente cuando pasaba junto a ellos se levantaron y golpearon fuertemente contra el auto; fue tan rápido que no me dio tiempo de hacer nada, estaban tan absortos en su pelea que no fueron capaces de ver un peligro aun mayor, su pelea les costó la vida.

Cuantas veces hemos actuado como estas dos aves.  No nos hemos dado cuenta que en una pelea, nunca gana nadie, ambos pierden.  Se guardan resentimientos y odios que crecen sin sentido.  Nunca sabré el motivo por el cual esos dos pájaros peleaban, pero lo cierto es que no valía la pena morir por ello.  Tampoco vale la pena morir por alguna discusión, ni destruir una amistad por un desacuerdo.

Debemos aprender de esos pájaros y estar dispuestos a perdonar los agravios que nos han hecho; admite que tampoco eres perfecto y que también te has equivocado.  Pide al Espíritu Santo que produzca en ti Su fruto: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio” (Gálatas 5:22-23).

1. Cuando te cruce por la mente querer pelear, recuerda la historia de esos dos pájaros.

2. Cuando atacas a otra persona, no hay forma en la cual salgas ileso y sin sufrir daño.

HG/MD

“Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23). 

Créditos de fotografía: Bob Feldman/Audubon Photography Awards