Lectura: 1 Corintios 11:23-34
Previo a la invención de los espejos, las personas tenían que conformarse con echar un vistazo en superficies pulidas, en pozos de agua, o en ríos tranquilos, en el mejor de los casos. Sin embargo, en 1835 con la invención de los espejos modernos todo cambió. Gracias a esto fue posible la aparición de las cámaras fotográficas, lo cual permitió que empezáramos a tener una dimensión completamente nueva del mundo exterior que nos rodea.
Hoy día, lo más normal es tener almacenados en dispositivos electrónicos o en la nube y otros medios digitales, imágenes de prácticamente cada acontecimiento de nuestras vidas. No obstante, todo esto puede llegar a perjudicar nuestra salud espiritual, ya que existe el riesgo de que nos preocupemos más por la apariencia y dejemos de lado nuestro ser interior.
Examinar nuestro interior es fundamental para una vida espiritual saludable. Esto es tan importante que la Biblia enseña que no debemos participar de la Cena del Señor si no nos examinamos antes (1 Corintios 11:28).
El objetivo de este examen no tiene solamente como objetivo empezar a mejorar nuestra relación con Dios, sino también asegurarnos de que estamos bien con los demás. Durante la Cena del Señor, recordamos el cuerpo y la sangre de Cristo, y no podemos celebrarla adecuadamente si no vivimos en armonía con los otros creyentes.
- El hecho de reconocer que somos pecadores y por tanto necesitamos el perdón de nuestro Señor, hace que cada vez sea más fácil reflejar a Jesús en el espejo de nuestra vida.
- Autoevaluarnos nos ayuda a entender que necesitamos ser responsables por acciones que realizamos, y nos brinda una base para hacer mejoras en nuestro andar con Dios.
HG/MD
“Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa” (1 Corintios 11:28).
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