Lectura: Salmo 145:1-18
Nuestro objetivo como creyentes es simple y claro: glorificar a Dios y disfrutar de su presencia.
Continuamente la Biblia nos invita a dar gracias y adorar con alegría al Dios vivo. Cuando honramos al Señor, estamos celebrando que Él es la fuente de donde fluye toda bondad.
Al alabar al Señor con todo nuestro corazón, experimentamos el gozo para el cual fuimos creados. Tal como un hermoso atardecer o un pacífico día apuntan a la majestad del Creador, así también la adoración profundiza nuestra comunión espiritual con Él. El salmista declaró: “Grande es el Señor y digno de suprema alabanza. Su grandeza es inescrutable. Cercano está el Señor a todos los que le invocan” (Salmo 145:3, 18).
Dios no depende de nuestra adoración, pero nosotros necesitamos adorarlo. Al disfrutar de su presencia, disfrutamos del gozo de su amor infinito y nos regocijamos en Aquel que vino para redimirnos y restaurarnos.
- Glorifica a Dios cada día de tu vida.
- Dios nos ha dado más de lo que merecemos y por ello debemos reflejar a otros el amor que hemos recibido.
HG/MD
“Me mostrarás la senda de la vida. En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias en tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).
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