Lectura: Lamentaciones 3:19-33

La mayoría de nosotros hemos oído y quizás también leído: “El diario de Ana Frank”.  Se trata de una colección de los diarios personales escritos por la joven neerlandesa Ana Frank, entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944, para un total de tres cuadernos conservados en la actualidad.

Los relatos cuentan la historia y vida de Ana Frank como adolescente y los dos años cuando junto con su familia de origen judío, permaneció oculta de los nazis en Ámsterdam, en plena Segunda Guerra Mundial, hasta que fueron descubiertos y enviados a campos de concentración donde murieron.

El profeta Jeremías también fue testigo de la invasión de Jerusalén a manos de Nabucodonosor, y escribió sus observaciones en su “diario”: el libro de Lamentaciones. A pesar de los momentos desesperantes, el profeta encontró esperanza en el corazón de Dios: “Por la bondad del Señor es que no somos consumidos, porque nunca decaen sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lamentaciones 3:22-23).

También, es una verdad que nosotros estamos expuestos a experimentar o ser testigos de tragedias que parecen fuerzas hostiles que atacan nuestra vida. No obstante, podemos estar seguros de que esos momentos difíciles no durarán para siempre. Como sucedió con Jeremías, nuestra mayor esperanza sustentadora es reflexionar en la fidelidad y la provisión de nuestro Padre celestial.

  1. ¡Tus misericordias son nuevas cada mañana, y tu fidelidad es grande!  Señor, te damos gracias por eso cada día, porque nuestros nombres están escritos en el libro de la vida, amén (Lucas 10:20).
  2. Estamos seguros de que este mundo en el cual vivimos pasará, igual que todas las cosas que en él experimentamos y sufrimos.  De la misma forma estamos seguros de que el Señor nos está preparando un hogar junto a Él en la eternidad (Juan 14:2).

HG/MD

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, se los hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para ustedes” (Juan 14:2).