Lectura: 1 Pedro 2:9-12

Hace algunos días un amigo me envió una imagen que vio en redes sociales, misma que tenía a un personaje mirándose en el espejo mientras se decía a sí mismo: “¿Cómo puede el mundo empeorar teniéndome a mí? ¡Desde que nací, ha sido mejor!”.

Por supuesto, este personaje exhibe una opinión elevada e irreal de sí mismo, sin embargo, lo podemos ver de una manera diferente y preguntarnos: ¿qué sucedería si tratáramos de convertir el mundo en un lugar mejor, al demostrar el amor de Cristo donde quiera que estemos o vayamos?

El apóstol Pedro escribió a los creyentes perseguidos, les aconsejó que mantuvieran una buena manera de vivir (1 Pedro 2:12) llevando a cabo buenas acciones, las cuales, en definitiva, glorificarían a Dios. En otras palabras, podemos hacer del mundo un lugar mejor mediante nuestros actos. Reflexionemos cómo impactarían en nuestro entorno acciones semejantes a las de Cristo, las cuales muestren a todos: amor, misericordia, perdón, justicia y paz.

Siempre he dicho que, si ponemos en práctica este versículo, es bastante probable que las personas por ejemplo digan: “Nuestro trabajo es un mejor lugar porque tú estás aquí”. O “nuestro vecindario es un mejor lugar porque…”, o “nuestra escuela es mejor porque…”.

Por supuesto comprendemos que en realidad no podemos cambiar el mundo entero nosotros solos, pero, por la gracia de Dios, sí podemos permitir que la transformación que Jesús produjo en nosotros haga que el mundo que nos rodea también sea diferente.

  1. El cambio de actitud inicia contigo permitiendo que Dios dirija tu vida.
  2. Tu testimonio como muestra de lo que Jesús ha hecho en tu vida, habla más fuerte que tus palabras.

HG/MD

“Tengan una conducta ejemplar entre los gentiles, para que en lo que ellos los calumnian como a malhechores, al ver las buenas obras de ustedes, glorifiquen a Dios en el día de la visitación” (1 Pedro 2:12).