Lectura: Eclesiastés 2:1-11
La mitología griega, cuenta la historia de Tántalo, quien ofendió a los dioses y fue castigado en el otro mundo. Lo colocaron en un lago donde el agua siempre le llegaba a la barbilla, pero al intentar satisfacer su sed, el agua se retiraba impidiéndole tomar de ella. Adicionalmente, arriba de su cabeza había ramas llenas de frutos escogidos, pero cuando los intentaba tomar también se retiraban.
Por lo tanto, Tántalo se convirtió en un símbolo de la frustración, inclusive la palabra inglesa “tantalize”, significa provocar o tentar.
A pesar de ser una fábula inventada, esta historia nos recuerda que fuera de la relación con Dios, muchas cosas de la vida pueden llegar a ser tentadoras. El autor de Eclesiastés intentó encontrar la felicidad llenándose de conocimientos, placeres, riquezas y trabajo.
Por supuesto, nada satisfizo la sed de su alma, y por eso escribió: “…vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2). Únicamente encontró el verdadero propósito de su vida al entender que debía vivir para conocer y agradar a Dios (Eclesiastés 12:13-14).
1. Si hoy estás pasando por momentos de tentación, creyendo que esas cosas o pensamientos te van a traer la felicidad y la paz, sin duda pronto te sentirás frustrado; no lo pienses más, renuncia a esas tentaciones y sigue a Jesús. Al hacer esto, comprenderás que Él tiene todo lo que has esperado y mucho más. “Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28).
2. Sólo Jesús, el agua viva, puede satisfacer el alma sedienta.
HG/MD
“La conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo” (Eclesiastés 12:13-14).