Lectura: Santiago 4:1-10

Había una vez un hombre sabio al cual le preguntaron: “¿Cuál es tu mayor problema?”  Él se quedó pensando un momento y luego de forma contundente respondió: “Mi mayor problema lo veo todos los días en el espejo”.   Después añadió: “Me refiero a esos deseos de “primero yo” que hacen un nido alrededor de mi corazón”.

En nuestra lectura devocional leímos en Santiago 4:1 lo siguiente: “¿De dónde vienen las guerras y de dónde los pleitos entre ustedes? ¿No surgen de sus mismas pasiones que combaten en sus miembros?”. La palabra “pasiones” ni más ni menos se refiere a nuestros deseos egoístas.  Por esta razón, el mismo Santiago en el 1:14 nos cuenta lo siguiente: “Pero cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su propia pasión”.  Luego nos advierte que esos deseos de “primero yo” pueden llegar a destruir nuestra amistad con Dios (v. 4:4), y causan divisiones, guerras y peleas (vv. 4:1-2).

Es por esta sencilla razón, que Dios nos advierte que debemos despojarnos de esta idea de “primero yo”. Pero, ¿cómo lo hacemos? En primer lugar, sometiéndonos a Dios (4:7). Debemos poner en orden nuestras prioridades, Dios siempre debe ocupar el primer lugar. En segundo lugar, acercándonos a Él (v. 8). Deshagámonos de esos deseos que nos llevan a pecar y busquemos a Dios para que nos limpie y guíe.  Nadie puede estar en ambos bandos, deseando lo malo y lo bueno al mismo tiempo, debemos buscar agradar sólo al Señor. Tercero, humillándonos delante del Señor (v. 10). Entonces, Él nos exaltará.

  1. La filosofía del “primero yo”, sólo te llevará a un lugar lleno de insatisfacción y vanidad, quita de tu vida esa filosofía inmediatamente.
  2. Cuando pones a Dios en primer lugar, podrás ver todo de una mejor manera, la correcta.

HG/MD

“Con respecto a su antigua manera de vivir, despójense del viejo hombre que está viciado por los deseos engañosos” (Efesios 4:22).