Lectura: Juan 17:12-19

Titulares en los periódicos, segmentos especiales en los noticieros; mucha de la carga noticiosa gira en torno a investigaciones, demandas, desviaciones de fondos, acusaciones, juicios civiles y criminales, divulgaciones de información “confidencial”,  y en muchos de esos casos el culpable queda absuelto y la justicia queda en el olvido, estamos pasando por una crisis y pareciera que la verdad no está de moda o que alcanzarla es prácticamente imposible.

De forma lamentable, muchas personas han renunciado a la verdad, y dentro de sus decires están frases como las siguientes: “Nada es verdad para todo el mundo todo el tiempo” o “Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira”.

¿Es esto correcto?   Por supuesto que NO, el decir “que todas las afirmaciones son verdaderas”, implica que esa afirmación en sí misma es incorrecta.  Se convierte en una contradicción.

El relativismo es el fundamento sobre el cual descansan esas maneras de pensar, ya que las personas que pregonan esta ideología dicen que no existen verdades absolutas, sino que la verdad es relativa según cada situación.

Por el contrario los creyentes en Dios, si creemos que existen verdades absolutas y las basamos en los principios revelados por medio la Palabra de Dios: la Biblia, en donde se nos dice enfáticamente que Jesús es la verdad (Juan 1:14, 17; 14:6), el oró por sus amigos diciendo: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad”.

Todo lo que Dios dice, siempre es verdad.  ¿Por qué? Porque no puede negarse a sí mismo (2 Tim. 2:13), Él es justo (Deut. 32:4), el creó todas las cosas (Juan 1:1-3), sabe todo (Heb.4:13) y no puede mentir (Heb.6:18).

  1. Puede que muchas veces no sepamos la verdad con respecto a todo lo que nos acontece, no obstante, si conocemos al que siempre tiene la verdad: Dios.
  1. En Dios no existe espacio para el relativismo.

HG/MD

“Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud. Él es un Dios fiel, en quien no hay iniquidad; es justo y recto.” (Deut.32:4)