Lectura: Salmo 119:105-112
La mayoría de nosotros alguna vez nos hemos hecho las siguientes preguntas: ¿Por qué al conductor borracho no le pasa nada, mientras que la víctima sobria queda gravemente herida? ¿Por qué los malos prosperan y los buenos sufren? Adicionalmente, luego de experimentar situaciones que se dieron debido a que trataste de hacer lo correcto, tal vez te has preguntado: ¿A Dios no le importo?
El profeta Habacuc también lidió con las injusticias de la vida; incluso al ver la triste situación que vivía Judá, donde la maldad y la injusticia eran lo normal (Habacuc 1:1-4), la respuesta de Dios fue una que no esperaba: para disciplinarlos usaría a los caldeos, quienes eran famosos por su crueldad (Habacuc 1:7) y violencia (Habacuc 1:9); y quienes además se enorgullecían por su poderío militar y por adorar a dioses falsos (Habacuc 1:10-11).
Aunque nos sea difícil, cuando no entendemos los caminos de Dios, debemos confiar en su carácter inmutable. Y eso fue exactamente lo que hizo Habacuc, confió en el Dios de justicia, misericordia y verdad (Salmo 89:14).
- Tal como Habacuc, debemos aprender a confiar en Dios y entender que Él es quien tiene el control de todo y no nosotros.
- En ningún caso la maldad de nuestro mundo ha vencido a la bondad de Dios, a pesar de que nos parezca que no tiene límite.
HG/MD
“¡El Señor Dios es mi fortaleza! Él hará mis pies como de venados y me hace andar sobre las alturas.” (Habacuc 3:19).
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