Lectura: Hebreos 10:8-18

La primera vez que escuché acerca de las tortas de Sara Lee, el nombre de la marca captó mi atención porque «Lee» es uno de los apellidos más comunes en Asia. Siendo yo un Lee chino, me pregunté si Sara sería china o coreana.

Luego supe que Charlie Lubin, un empresario panificador norteamericano, había bautizado a sus tartas de queso en honor a su hija Sara Lee. Sara dijo que su padre quería que su producto fuera «perfecto porque le estaba poniendo mi nombre».

La perfección es una norma que ninguno de nosotros podría esperar alcanzar jamás. Pero aprendemos del libro de Hebreos que Jesús, por medio de Su único sacrificio supremo por nuestros pecados, «ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados» (10:14).

Los continuos sacrificios realizados por los sacerdotes desde tiempos de Moisés jamás podrían cambiar la posición pecadora de alguien delante de Dios (He. 10:1-4). Pero el sacrificio de Cristo en la cruz hecho una sola vez -en el que Aquel que no tenía pecado murió por los pecadores- nos perfeccionó para siempre a los ojos de Dios. El pago por nuestros pecados que Jesús hizo de una vez por todas fue suficiente. El autor de Hebreos parafraseó a Jeremías 31:34, «y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades» (He. 10:17).

  1. Somos perfeccionados para estar por siempre delante de Dios debido a la obra perfecta alcanzada por Jesús en la cruz. Esta es la garantía de nuestra salvación.
  2. ¿Actúas conforme a tu llamado?

NPD/AL