Lectura: 1 Samuel 25:14-33
En nuestra lectura devocional leímos sobre la furiosa búsqueda que iniciaron David y 400 de sus guerreros, todo con el objetivo de encontrar a Nabal, un hombre malo, rudo, acaudalado y no muy bueno con las relaciones humanas, quien se había rehusado a ayudarlos en el peor de los momentos de David.
De hecho, David hubiera cumplido con su cometido de matar a este hombre, si no se hubiera encontrado con Abigail, la esposa de Nabal. Ella sabiamente había reunido suficiente comida para alimentar a las tropas y fue a encontrarse con ellos, con la esperanza de evitar un desastre por la insensatez de su marido.
Respetuosamente, le recordó a David que el sentimiento de culpa lo perseguiría si no renunciaba a su vengativo plan (1 Samuel 25:31). Él admitió que la mujer tenía razón y la bendijo por su buen juicio.
David tenía sus razones para estar enojado (1 Samuel 25:14-17), pero si continuaba, lo único que hubiera logrado habría sido pecar. Su primera reacción fue pensar en hundir su espada en el cuerpo de Nabal, aunque estaba consciente de que Dios no aprobaba ni el asesinato ni la venganza debido a una ofensa (Éxodo 20:13; Levítico 19:18).
Cuando nos ofenden, es bueno comparar nuestras reacciones con lo que el Señor espera del comportamiento humano como creyentes. Quizá tendamos a golpear a los demás con palabras duras, a aislarnos o a huir de diversas maneras. Pero, responder bondadosamente nos ayudará a evitar la ira, el remordimiento y, aún más importante, a agradar a Dios.
- Cuando deseamos honrar al Señor en las relaciones interpersonales, Él puede hacer que aun nuestros enemigos estén en paz con nosotros.
- Gracias por recordarme cada día que Tu misericordia hacia mí no tiene límites.
HG/MD
“Cuando los caminos del hombre le agradan al Señor, aun a sus enemigos reconciliará con él.” (Proverbios 16:7).





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